ESTA NOTA FUE PUBLICADA EN LA REVISTA ARGENTINA TXT EN EL NÚMERO DE ESTA SEMANA.
El Kurdistán iraquí goza de autonomía de Bagdad desde el año 1991
LOS IRAQUÍES QUE LUCHARÁN CONTRA SADDAM
En la ciudad de Erbil, capital del Kurdistán iraquí, sobrevuelan los aviones aliados con mayor insistencia a medida que pasan las horas. Las bombas se escuchan caer a unos 30 kilómetros, en donde están estacionadas las tropas iraquíes que defienden los caminos de las petrolíferas ciudades de Kirkuk y Mosul.
El Kurdistán es una porción de Irak que se le escapó a Saddam Hussein al término de la guerra del golfo. Esta zona, ubicada al norte del país, goza de autonomía del régimen de Bagdad desde el año 1991. Ese año, EEUU y Gran Bretaña, establecieron una zona de exclusión aérea que prohibía al gobierno de Bagdad sobrevolar la región y atacar a la población. Esta fue la única forma de que el débil ejército kurdo pudiera obtener el control de lo que se conoce como el Kurdistán dentro de Irak.
Los kurdos son una nación sin patria. Suman una población mundial de alrededor de 25 millones de personas distribuidas principalmente entre Turquía e Irán pero también en Siria e Irak. Los kurdos no son árabes, ni turcos, ni persas. Ellos conforman un grupo étnico diferente con su propia lengua y tradición. Pero los kurdos de Irak hablan su idioma y también el árabe, que es la lengua oficial del país.
Lamentablemente la situación política en Kurdistán no se ha desarrollado de una manera idílica. Dos partidos dominan la escena política: la Unión Patriótica de Kurdistán
( PUK) y el Partido Democrático de Kurdistán (KDP). Ambos partidos se debatieron por el control de Kurdistán durante varios años y esta guerra civil terminó por devastar a la región. El conflicto entre el KDP y el PUK culminó en 1998 con un acuerdo firmado en Washington que dividió al actual Kurdistán en dos administraciones diferentes. Cada una de ellas gobernada por cada uno de los dos partidos principales de Kurdistán.
A los chicos les gusta Rambo
Jiyan es la historia ficticia de lo que sucedió en Halabja entre el 16 y 18 de marzo de 1988. Jiyan en kurdo significa vida y es el nombre de la protagonista de una historia de cine. La chica (Jiyan) tiene diez años y su cara está deformada, siente vergüenza por ello y se las arregla para colocar mechones de pelo sobre las cicatrices. Sus rasgos se desfiguraron por los gases químicos que Saddam Hussein arrojó sobre la población de Halabja en la última primavera de la guerra entre Irak-Irán (1980-1988). Halabja está ubicada al noroeste de Irak, muy cerca de la frontera iraní. Mediante aviones, el ejército iraquí roció con gases que olían a manzanas y cebollas a su propia población. Unas 100.000 personas murieron a causa de los ataques, algunas murieron en horas y otras en años. En la mañana del 19 de marzo de 1988, Halabja era un cementerio de caras hinchadas con ojos abiertos y bocas despidiendo una saliva de color grisáceo. La mayoría de la gente murió dentro de los autos mientras intentaba escapar o en los portales de sus casas. Muchos de los que sobrevivieron, hoy prefieren haber muerto. Las enfermedades congénitas, determinados tipos de cáncer y la esterilidad se multiplicaron notoriamente.
En 1976, Jano escapó a Irán y después de un año voló a los EEUU. Recién en 1992 regresó a su Irak natal. Desde esa fecha sus viajes se repitieron cada año par hasta que en el año 2000 volvió para filmar Jiyan. Ahora se encuentra en Erbil y espera la guerra. Sueña con fundar la primera escuela de cine en Kurdistán una vez que se inicien los cambios políticos en Bagdad. Cree que en Kurdistán hay muchos recursos humanos aunque a los realizadores amateurs les guste filmar la versión iraquí de Rambo.
"Estuve visitando a algunos chicos que están haciendo cosas interesantes. Vi un corto llamado Viva Coca Cola que intenta criticar a los políticos locales. Pero en general, lo que más encuentro son chicos haciendo unas estupendas imitaciones de Rambo, puedo afirmar que copian toma por toma y es increíble el nivel de efectos que logran."
Sus años en Europa le hacen perseguir otro objetivo: acercar el viejo continente a Kurdistán. Pero la idea de Europa está demasiado lejos de este Irak autonómico.
Mientras que la exportación de un modelo estereotipado de sueño americano, es recibida por los locales con la misma felicidad con que sonríen a los extranjeros, y mientras ofrecen té, dicen también wellcome.
Lo que escribió Gilles Kepel es su libro Crónica de una guerra de Oriente, se cumple a la perfección en esta porción de Irak: "EEUU fascina, la gente intenta sumergirse en su civilización, su cultura, sus formas de consumo, pero intenta negociar una identidad particular en este marco. Lo que está en juego no es una guerra de civilizaciones, sino más bien un intento de participar en una civilización planetaria dominante y de influenciar en sus contenidos; y, en el caso de los más militantes, incluso de apropiársela…"
Cuando le pregunté al líder del gobernante Partido Democrático de Kurdistán (PDK), Massoud Barzani, por qué los locales sospechan de las intenciones francesas, rusas y alemanas de querer evitar la guerra, pero por qué no lo hacen de los norteamericanos al querer hacerla; él evadió la pregunta. Cualquiera de los locales lo haría.
Pero que los "hombres comunes y corrientes den la bienvenida incondicional a los EEUU, es entendible", dice Mufid Jazaira, líder del Partido Comunista Iraquí. "Pero es un acto irresponsable que los líderes opositores a Saddam no se pregunten cuál será el precio de tanta ayuda para cambiar al régimen en Bagdad".
Ahmed Chalabi es un conocido opositor al régimen del partido Baas (de Saddam Hussein) que lucha desde hace décadas desde su oficina en Londres. Él preside el Congreso Nacional Iraquí que agrupa a su vez a otra serie de partidos opositores a Bagdad. Chalabi no tiene buena reputación y uno comprende por qué cuando lo encuentra personalmente. Es un hombre exquisito que parece ajeno a la realidad iraquí y que se deleita mostrándole a los periodistas qué cuadros ha comprado ese día y pide la opinión sobre la calidad del artista. Se lo acusa de haber cometido fraudes y si pone un pié en Jordania sería arrestado de inmediato por una serie de estafas que hizo en Ammán hace años.
Chalabi, quien hace meses fuera señalado como el sucesor de Saddam Hussein, es un incondicional de Washington y no puede imaginarse ni en pesadillas una traición norteamericana. "¿Usted qué cree? ¿Que EEUU tomará nuestro petróleo y no lo pagará? ¡Pero si eso va en contra del capitalismo!…" No le preocupa que los militares norteamericanos se queden 20 años en Irak, pero no cree que sea buena idea que controlen a la policía en Bagdad o al Ministerio de salud.
En cuanto a los intereses de la coalición atacante, Chalabi dice que "Latinoamérica no tiene un buen pasado al respecto, pero EEUU nunca envió tropas para que muriesen en ese continente. Lo que hicieron allí fue a través de la conspiración y el secreto, pero aquí no hay secretos…"
Una guerra más para peshmergas septuagenarios
Uno de los símbolos característicos del Kurdistán iraquí son los peshmergas (soldados kurdos). Muchos de ellos rozan las ocho décadas de vida y fuman tantos cigarrillos diarios como sus manos les permitan armarlos.
El gobierno está tratando de organizarlos, delimitar edad y entrenarlos dentro de un ejército regular. Pero es difícil convencer a estos viejos combatientes de que no pelearán la próxima guerra. La mayoría de ellos han luchado por décadas por los derechos kurdos, y ahora que están cerca de acabar con Saddam Hussein, no quieren ser espectadores sino protagonistas.
Ibrahim Akha tiene más de 70 años y se pasea por el mercado de armas. Aquí, entre puestos de madera vieja y techos de lona, se pueden comprar a precio muy bajo kaláshnikoves, granadas, morteros, todo tipo de ametralladoras. Las hay de Cuba, de Rusia, de Irán, de innumerables países. Cualquier civil con un certificado del partido puede llevarse a casa lo que se le antoje. La mayoría de los 3.5 millones de habitantes del norte de Irak está armada.
Lo cierto es que Ibrahim Akha está buscando un tipo especial de bala. Es un peshmerga que ha vivido años combatiendo en las montañas contra el régimen del partido Baaz (de Saddam Hussein). Cuando se le pregunta cuántas armas tiene en su casa, dice 10. Y se ríe cuando se insinúa si su mujer sabe usarlas, "ella es una peshmerga, combatimos juntos desde hace 30 años."
En medio del mercado de armas que está situado en las afueras de la capital Erbil, hay una habitación abierta con alfombras en el piso. Allí, los vendedores y compradores de metralletas, rezan en dirección a La Meca cuando llega el momento del día.
El Gral Azad Miran, que comanda las fuerzas regulares del Kurdistán, en una entrevista hecha hace menos de dos meses, se mostraba resignado a no pelear esta guerra. "Nuestra capacidad es limitada, no podemos compararnos con el ejército norteamericano. …Nadie hasta el momento nos informó de cuál será nuestro rol, pero es probable que nos limitemos a defendernos en caso de que las tropas iraquíes nos ataquen."
Pero en las últimas semanas, como todo en esta guerra, los planes cambiaron hasta parecerse más a lo menos esperado que a lo planificado por meses en el Pentágono.
Turquía, luego de que su gobierno cambiase en las elecciones de noviembre y llegara al poder una alineación menos proclive a colaborar con EEUU, no aceptó la oferta norteamericana que pagaba a buen precio el uso de bases, puertos y cielos.
Las negociaciones entre Ankara y Washington empezaban a parecerse a una telenovela de Televisa, hasta que empezó la guerra, el tiempo se acabó y EEUU se resignó a la ayuda turca.
En estos días, las tropas norteamericanas se están retirando de bases temporarias establecidas en Turquía y la población sale al camino para saludarlos y gritarles que no vuelvan. Casi el 95% de la opinión pública turca está en contra de la guerra en Irak.
Ankara tiene muchas razones para no participar en el conflicto. Entre las más importantes, la de perder su papel de aliado incondicional de los EEUU en la región del medio oriente. Porque si cambia el régimen en Bagdad, sea lo que sea que llegue en su reemplazo, será un buen amigo del gobierno de Washington. Un gobierno iraquí incondicional, apagará el estrellato regional que hasta ahora tenía Turquía.
A los turcos también les preocupan los pasos a implementar por los kurdos de Irak. Temen que declaren un estado independiente y que incentiven a los casi 10 millones de kurdos que habitan en Turquía a pelear por lo mismo.
La negativa turca prácticamente anuló la apertura del flanco norte contra Bagdad, que pensaba lanzarse desde diferentes puntos del Kurdistán iraquí.
Por este motivo, aquellos viejos peshmergas que habían sido "jubilados" antes de que empezara la guerra, ahora están desempolvando las armas. Se calcula que en todo el Kurdistán iraquí hay entre 60.000 y 70.000 soldados.
Los aliados, que se encuentran en la región en un número que no supera los 500, están asesorando y organizando a los soldados kurdos que pondrán el pecho contra los que obedecen a Saddam. Los aliados bombardearán las posiciones iraquíes para ayudar en el avance de los kurdos hacia Kirkuk. Sin embargo, se descarta que este ejército improvisado avance desde el norte hasta la capital Bagdad. Será suficiente si se hacen con el control de las dos ciudades más importantes del norte: Kirkuk y Mosul.
Confiar siempre
Una vez más, los kurdos se encuentran solos. Pero esta no es excusa para perder la fe en las promesas prometidas por el presidente George Bush: de que el fin de Saddam Hussein está más cerca que nunca.
Dos veces los kurdos fueron incentivados por EEUU a rebelarse contra el régimen, y dos veces fueron abandonados. Al finalizar la guerra del golfo en 1991, George Bush padre, le pidió a la población iraquí que se levantara contra Saddam. La gente lo hizo creyendo que serían apoyados por Washington, pero finalmente Saddam llegó al norte y sur de Irak y liquidó a cientos de miles de civiles.
En 1996, los kurdos lo intentaron de nuevo y obtuvieron resultados similares. La Cía arregló un golpe contra Saddam coordinando a diferentes grupos de la oposición. Allí estaba Ahmed Chalabi y otros partidos kurdos que lanzaron la operación desde el norte de Irak. Pero a último momento fueron abandonados por el gobierno de Clinton y los opositores perdieron a mucha gente en ese intento fallido.
Pero no hay nada que empañe la pasión de los kurdos por intentarlo de nuevo. En el bazar de Erbil, en estos días en que caen bombas en el resto de Irak, la gente escucha canciones patrióticas y hasta a veces las canta. Los más jóvenes imitan a los periodistas extranjeros y se colocan chalecos color verde militar y pañuelos a la palestina en el cuello.
"Cada persona en Kurdistán es peshmerga, si el gobierno central (Bagdad) quiere venir, los devolveremos en bolsas", dice un veterano de muchas guerras mientras se acomoda el turbante.
Hay pocos en la región que se muestren satisfechos con el desarrollo de la campaña militar aliada. Los locales esperaban ataques fulminantes que paralizaran de inmediato a los aparatos de poder de Saddam, especialmente el de la propaganda. "Si la gente ve a los funcionarios del régimen todos los días en la tele y escucha la voz de Saddam diciendo que liquidarán al enemigo, ¿cómo se sublevarán contra él si aún lo ven fuerte y con el control del país?", dice Susan, una kuwaití que escapó de su país en el '91.
Pero dada la resistencia iraquí que está encontrando la coalición, sería un error bombardear toda la infraestructura y causar un alto número de víctimas civiles. Esto acentuaría más la idea de que EEUU no llega para liberar sino para ocupar.
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